La gloria de la escultura romana fue, indudablemente, el retrato.
El retrato romano tiene su origen en el arte etrusco, en el mundo griego helenístico y en las imágenes mayorum, máscaras en cera de los muertos que se guardaban en las casas para rendirles culto y sacarlas en procesiones.
Los materiales más utilizados en el retrato fueron el bronce y el mármol y la estatuas eran apolícromas, salvo en un primer momento en que los ojos se coloreaban, práctica que se abandonó para ser tallados.
También hubo retratos de cuerpo entero, de pie o sedentes (esto fue más frecuente en los cuerpos femeninos), y retrato ecuestre, del que debió haber varios ejemplos, pero que sólo nos ha llegado uno importante. Sólo se representaba así al emperador y es importante por la influencia que tendrá en épocas posteriores.
El retrato más frecuente de la escultura romana es el del emperador, que constituye el modelo para el resto de retratos.
Hay tres tipos de retratos:
Retrato togatos. Se esculpe al emperador con toga y manto sobre la cabeza. Le representa como pontífice máximo.
Retrato apoteósico, que representa al emperador como una persona heroizada o divinizada. Aparece con la parte superior del cuerpo desnudo, corona de laurel y algún atributo de un dios. Es la representación más rica, aunque no la más frecuente.
El retrato romano evolucionó según las distintas etapas, y para poder distinguir la época en que fue creada la escultura es necesario observar algunos pocos detalles, como los ojos, la barba y el cabello. En el retrato femenino, además, quedan patentes las modas en los peinados.
El retrato romano durante la República
En los retratos de época republicana la escultura romana aplicada al retrato es de gran realismo, con los rasgos faciales muy acentuados, que recuerdan todavía a las imágenes mayorum.
La escultura consiste en un busto corto, que sólo representa cabeza y cuello. Los hombres llevan el pelo corto.
Retrato de Patricio llevando máscaras
Aparece de pie, mostrando los retratos de sus antepasados. Son tres personajes con rasgos distintos.
Retratos de Catón y Porcia
Es un retrato doble. Pese a ser de la época de la República, el busto es largo. La mujer está más idealizada, es más joven y está peinada con raya en el medio, cayendo el pelo sin ondas a los lados. Reflejan la idea de ser un matrimonio por la actitud de sus manos.
Retrato de Pompeyo
El cabello comienza a abultarse, pero sin grandes rizos. El conservado probablemente no es el original, sino la copia de un retrato anterior. A través de su rostro se trasluce su carácter. Es un rostro menos cadavérico, con los rasgos más redondeados.
El retrato romano en época de Augusto
En esta época la escultura romana aplicada al retrato se idealiza. Los rasgos acusados se disimulan. Los retratos son más políticos que estéticos y muestran un "estado perfecto".
El pelo sigue siendo corto, pero un poco más largo que en la República, con mechones suaves y ondulados que se van ajustando a la forma de la cabeza. Los que caen sobre la frente son similares a la cola de una golondrina. En los retratos femeninos, como el de la emperatriz Livia, se va a marcar un peinado con el pelo recogido hacia atrás y una especie de tupé (el nodus) sobre la frente.
Sólo se ha conservado la cabeza, pero se aprecia movimiento en el cuello, que está algo girado.
Retrato de Augusto
Es similar al anterior y sólo se conserva la cabeza. Está cubierto con el manto y mirando hacia arriba.
Retrato de "Joven de pie"
El pelo es igual y el modelado también es suave. Inclina la cabeza un poco hacia abajo y sonríe ligeramente.
Retrato togato de Augusto: La postura marca el contraposto y la cabeza está cubierta.
Retrato toracato de Augusto - Augusto de Prima Porta
Augusto se está dirigiendo al ejército, por lo que está vestido de militar y con el brazo en alto. Se esculpe con precisión el contraste entre la coraza lisa y dura y la tela blanda. La coraza está llena de relieves alusivos a la paz augústea. En la parte interior hay una figura infantil sobre un delfín, alusiva al origen divino de la familia Julia.
Retrato toracato de Calígula: Exactamente igual, pero con el brazo hacia abajo.
Retrato apoteósico de Augusto: El emperador está aquí divinizado, con la corona de laurel.
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